Pero, como en muchas partes del mundo, nuestros manglares están en peligro. Según la primera evaluación global de manglares de la Lista Roja de Ecosistemas de la UICN, más del 50% de los manglares podrían colapsar antes de 2050. Este dato es alarmante. La pérdida de estos ecosistemas no solo sería un desastre ambiental, sino también un golpe social y económico.
Si no actuamos, se estima que podrían desaparecer más de 7,000 km² de manglares y otros 23,000 km² quedarían sumergidos por el aumento del nivel del mar. Esto significaría la liberación de 1.8 mil millones de toneladas de carbono, equivalente a un costo de $336 mil millones, y dejaría a 2.1 millones de personas vulnerables a inundaciones costeras.
En Centroamérica y el Caribe, iniciativas como el Proyecto Regional de Biodiversidad Costera y el programa de Restauración Ecológica de Manglares han demostrado que la conservación es posible. Estas acciones han permitido recuperar miles de hectáreas, restablecer flujos hídricos y capacitar comunidades locales para que se conviertan en guardianas de estos ecosistemas.
Un llamado a la acción
El tiempo apremia, y cuidar nuestros manglares no es solo una cuestión de conservación; es una estrategia de supervivencia. Colombia tiene la oportunidad de liderar en este tema, pero necesita el compromiso de todos, desde políticas públicas hasta proyectos locales y acciones individuales.
Es hora de actuar juntos para asegurar que este invaluable ecosistema siga protegiéndonos y sosteniéndonos por generaciones, en especial ante la reflexión que nos lleva celebrar el 26 de julio el Día de la Defensa del Manglar. ¿Qué estás dispuesto a hacer por ellos?
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