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sábado, 25 de enero de 2025

¿ Cómo integrar la educación ambiental en nuestras comunidades?

La educación ambiental es una herramienta poderosa para transformar nuestra relación con el planeta y construir comunidades más sostenibles. En Colombia, país reconocido por su inmensa biodiversidad, personas y proyectos locales han marcado la diferencia al llevar la educación ambiental al corazón de las comunidades. La realidad es que se aprende de los ejemplos de vida que ya están haciendo historia.

1. Hacerlo práctico y relevante

Organizar actividades comunitarias como talleres de reciclaje, compostaje o reforestación no solo educa, sino que genera un impacto directo. Un ejemplo es el trabajo de Fundación Tierra Viva en el Magdalena, que organiza jornadas de reforestación en áreas afectadas por la deforestación, involucrando a familias locales y enseñándoles sobre la importancia de cuidar los ecosistemas.

2. Aprovechar la tecnología y el arte

María Ortíz recibiendo clases  en línea
sobre el océano con Gabriela Casuso
 
En un país donde la tecnología es cada vez más accesible, las redes sociales son un medio potente para educar. Proyecto Acuática, liderado por Gabriela Casuso desde los 10 años, utiliza plataformas digitales para enseñar sobre alfabetización oceánica y conservación marina, impactando a miles de personas, especialmente jóvenes, con contenido educativo y accesible.

Además, proyectos como el de Julián Riascos, un líder comunitario del Pacífico, combinan música y educación ambiental para enseñar a niños y jóvenes sobre la protección de los manglares, utilizando ritmos tradicionales como el currulao para conectar la conservación con la cultura local.

3. Incluir a todos los grupos de edad

La educación ambiental no tiene edad. En Caquetá, Deisy Martínez, conocida como “la guardiana de la selva”, involucra a comunidades campesinas y jóvenes en talleres sobre el manejo sostenible del suelo y la reforestación. Su enfoque intergeneracional ha inspirado a las familias a adoptar prácticas sostenibles que beneficien tanto al medio ambiente como a su economía.

4. Contar historias locales que inspiren acción

Historias como la de Francia Márquez, defensora ambiental y Premio Goldman, demuestran el impacto de la acción local. Su lucha por proteger los ríos de su comunidad en el Cauca contra la minería ilegal no solo ha preservado ecosistemas, sino que ha inspirado a miles a levantar la voz por sus territorios. Estas historias muestran que la conexión entre las personas y la naturaleza puede ser el motor del cambio.

5. Crear redes de apoyo comunitarias

Grupos como Canto al Agua, un movimiento que promueve ceremonias y limpiezas de ríos en diferentes regiones, han logrado que comunidades enteras se unan para recuperar y cuidar las fuentes de agua. Su mensaje espiritual y colectivo resalta la importancia de actuar juntos para proteger el recurso más vital: el agua.

Inspiración para actuar 

Integrar la educación ambiental en el día a día no solo fomenta un cambio sostenible, sino que también fortalece la identidad y la conexión de las comunidades con su entorno. Desde la selva amazónica hasta las playas del Caribe, Colombia está llena de historias y ejemplos que demuestran que el cambio es posible cuando la educación ambiental se vive y se siente.

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